Georgia, donde el vino hace historia


Georgia es de esos países cuya tradición es transversal a toda la cultura del país, que puede sentirse en el aire de todo rincón que se visita. Se percibe en las calles, en los restaurantes con sinnúmero de platos típicos y hasta en las bodegas con generaciones y generaciones de familias elaborando vino. Los productores y sommeliers empiezan a darse cuenta de la importancia de la comunicación del vino georgiano, generando como consecuencia que las exportaciones de vino crecieran significativamente en la primera mitad de 2018.


La Saperavi es la variedad tinta más extendida y reconocida. Significa “coloreada” en idioma georgiano, lo cual tiene sentido ya que es una variedad tintorera que regala tintos con intensidad aromática y buena carga tánica. Suelen encontrarse vinos Saperavi en la mayoría de las regiones, aunque la más destacada en cuanto a tradición y calidad es Kajeti, de donde es originaria. De hecho, en cuanto a origen Georgia se presenta como uno de los primeros lugares del mundo donde hubo vino, existiendo evidencias arqueológicas que datan del siglo 6.000 a.C.


Igual de importante resulta el Qvevri. La tradicional región de Kakheti se destaca por la elaboración de vinos naranjos elaborados en las famosas vasijas de barro donde el vino fermenta, se cría y almacena debajo de la superficie. Estas grandes ánforas en forma de huevo se encuentran enterradas bajo tierra o en el suelo de las bodegas, variando sus tamaños pero siguiendo como línea conductora un carácter único otorgado a los vinos. Un ambiente oxidativo que imprime en los vinos aromas de fruta blanca madura y compleja, en combinación con volumen en boca y taninos raros de encontrar en otro tipo de vinos que no sean tintos.


Es un país en el que se respira una revalorización del vino, una época en que empieza a reverdecer el orgullo georgiano por la tradición nacional ligada a sus vinos. Si bien Rusia es el mercado de exportación más importante, empiezan a ampliarse los destinos a países como China, Polonia y Japón.


A la hora de la gastronomía, los georgianos acostumbran a sentarse por largas horas alrededor de una mesa. Por ese motivo, existe una larga lista de platos que parecen no acabar nunca al momento del almuerzo o la cena. Preparaciones como el Khachapuri (pan relleno de queso fresco o curado, que se elabora con levadura para que crezca en tamaño durante su cocción) o Khinkali (una versión georgiana de los dumplings elaborada en base a harina, leche, aceite, manteca y huevo rellena generalmente de cordero o buey) siempre están presentes.


Georgia cuenta con una gran historia, denominaciones y diversidad de variedades de uva, la mayoría autóctonas. Gente cálida y que mira a los ojos al hablar. Disfrutan del vino de la misma forma que lo hacemos en Argentina, no como un elemento aspiracional sino profundamente arraigado a las raíces y la cultura.


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