Un sommelier en Mónaco


Por Emiliano Stratico

Mónaco como entorno de trabajo


¿Qué lugar en el mundo conjuga buen clima, mar, buena gastronomía, glamour y posibilidades de desarrollo para un sommelier? El Principado de Mónaco. Esa es la pregunta que me hice antes de llegar aquí hace cuatro años. En efecto, al poco tiempo de haberme instalado, tuve la suerte de comenzar a trabajar en la cava más antigua del Principado: Les Grands Chais Monégasques, en donde aún hoy me desempeño. Cuando llegué, el lugar acababa de ser reformado: se había modernizado la boutique y se había construido un bar de vinos y un whisky lounge. ¿Mi misión? Definir la imagen de la empresa, empezar el trabajo de community management, armar los cursos de vinos así como los eventos y a futuro un Wine Club …. 


Hoy en Grands Chais tenemos varias actividades: proveemos vinos y alcoholes a bares y restaurants de Mónaco y la Costa Azul, atendemos la boutique para las ventas particulares y tenemos mucha demanda para regalos empresarios y de Estado. En efecto, el Palais Princer es uno de nuestros clientes, así como la Mairie (Municipalidad). Además, hacemos mucho yacht delivery en el verano y durante los días del Grand Prix de F1 de Mónaco dado que hay muchas yacht parties. Con respecto a nuestra clientela, recibimos visitas de mucha gente famosa, del ámbito de la realeza local, del deporte, del cine o bien del mundo del arte. Aquí la gente viene a comprar, o bien nos visita para degustar una botella o tomar un curso personalizado (solo para los miembros VIP). Nuestros clientes buscan botellas raras para sus colecciones, por lo cual contamos por ejemplo con un Romanée-Conti de 1936, un Château Latour 1871 o un Porto Taylor de más de cien años. 


El día a día


En un día de trabajo se conjugan varias acitividades: atención al público en la cava y en el Wine Club, gestión de stock y display, armado y gestión de degustaciones y cursos, manejo de marketing y comunicación (redes sociales, newsletter, etc.), así como pueden surgir acitividades de improviso como ir a un yacht a hacer una degustacion, dictar un curso de whiskies en nuestro lounge o llevar de urgencia bebidas a alguna personalidad. Una noche tuve que ir a una villa a hacer una degustacion privada de vinos dulces y otra noche un cliente armó una fiesta temática en torno al “oro” y tuve que encontrar y llevar de urgencia botellas doradas. Encontramos un Mathusalem de champagne bañado en oro y otras rarezas para la ocasión. A veces los clientes buscan botellas de añadas muy particulares o ediciones muy limitadas. Por ejemplo, hace poco fue el cumpleaños del Príncipe Alberto II y su familia y amigos vinieron a buscar los regalos ese mismo día. Tenía que tener en mente lo que ya tiene el Príncipe en su cava, y proponerle a cada uno algo exclusivo, a gusto del Príncipe, sin repetir ninguna referencia. Nuestros clientes son muy exigentes, quieren las cosas ya y hay que tener una capacidad de reacción extremadamente veloz. Nunca se sabe cómo va a terminar el día ni a qué hora. 


En cuanto a las degustaciones de Grands Chais son abiertas a todos y se han convertido en un clásico de la noche de Monte Carlo, ya que pudimos generar un ambiente de prestigio y lujo pero, como dicen acá, décontracté, o informal. Recientemente he lanzado el Wine Club para que los aficionados de los vinos o bebidas espirituosas puedan tener en Mónaco un lugar donde concurrir a degustar Grands Crus  o simplemente pasar un momento distendido al final de la jornada disfrutando un Cognac o un Scotch. Este es el primer Club de esta índole en el Principado. Además, pude coordinar con Wines of Argentina (WOFA) y armar por primera vez en el Principado el festejo del Malbec World Day. Ya hemos hecho tres ediciones, y así el Malbec (y el vino argentino en general) se han dado a conocer en Mónaco, lo cual permitió incrementar las ventas de nuestros productos. Creo que eso es muy importante para un sommelier argentino en el mundo, tratar siempre de incorporar nuestras referencias y emplear la creatividad para poder ayudar a instalar nuestros produtos en el exterior.


Experiencias y proyecciones


Pero antes de Mónaco, mi carrera empezó alrededor de mis estudios en Turismo e idiomas extranjeros. La curiosidad me llevó a viajar todo lo que podía, ir a restaurants,  y de a poco ir probando vinos …. Mi primer trabajo fue como guía de turismo y luego en la empresa Air France. Eso me llevó a instalarme en París en donde estudiaba en La Sorbona y trabajaba en el ámbito de la restauration. Fue en las soirées parisinas donde empecé a tomarme el vino más en serio. Recuerdo a las primeras que fui, en donde solo había vino o agua para tomar. Eso me llamó la atención. Luego, escuchaba a mis amigos y colegas de trabajo tener largas charlas sobre el vino, y me dije que había algo que se me estaba escapando. Traté de hacerme algo “conocedor” con mis medios, y cuando tuve que redactar mi tesis, lo hice en torno a cómo sería el aprendizaje de un idioma extranjero para un sommelier. Para mi sorpresa, el tema gustaba más de lo imaginado, y me invitaron a dar conferencias para exponer mi metodología a lugares como Canadá o Países Bajos. El vino se iba acercando a mí. Luego, me surgió una propuesta para promocionar comercialmente a nuestro país, y terminé armando workshops por Vietnam y Tailandia y más tarde un bar de vinos argentinos en la Expo Shanghai 2010: ahí me dije ¡el vino es lo mío! Los resultados fueron exitosos para nuestros exportadores, y para mí era una actividad natural y divertida. 


Allí llegaron los estudios sobre vinos un poco más serios y profundos. A pesar de que había efectuado varios cursos en la Escuela Argentina de Sommeliers (EAS) y recorrido viñedos en varios países (sobre todo Francia e Italia, mis favoritos), decidí instalarme en Londres para estudiar en la prestigiosa escuela WSET. El camino fue amazing. Se me abrió un mundo por delante en donde todo lo que me gustaba se conjugaba: geografía, idiomas, alquimia, la buena mesa, y por supuesto ¡beber! Fue así como terminé los tres niveles y el Diploma y ahora estoy evaluando la posibilidad de ingresar al programa de Masters of Wine.  


Este año, me he puesto el desafío hacer algo distinto así que estoy coordinando el Malbec World Day en Nigeria (Lagos y Abuya). Creo que Africa puede ser uno de los mercados que se vienen y hay que llegar antes que los demás. Desde mi punto de vista, un sommelier argentino en el mundo tiene la fuerza comercial para poder ayudar a difundir nuestros vinos. En lo particular me siento como un Emjadador del Vino argentino, y para mí es casi una obligación colaborar con nuestros productores y exportadores, tendiendo puentes comerciales y articulando al sector público-privado para que las sinergias se junten y los resultados sean más beneficiosos para todos. Considero al sommelier como un comunicador del buen vivir, un transmisor de gustos y culturas, un facilitador que tiende nexos entre países y personas, dándose a la vez en el plano comercial como personal.




  

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