La IG Balcarce se suma al mapa vitivinícola argentino


Luego de su aprobación por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), el mapa vitivinícola argentino tiene una nueva Indicación Geográfica (IG): Balcarce, a 60 kilómetros de Mar del Plata en la provincia de Buenos Aires. 

El reconocimiento llegó luego de la solicitud de la única bodega de la zona, Puerta del Abra.  Su campo, El Vallecito, está ubicado en un valle rodeado del sistema de sierras de Tandilia, una formación de 2.200 millones de años de antigüedad.

“Elegimos este lugar distinto, con el asesoramiento del ingeniero Tommy Hughes quien recorrió los campos del lugar y reconoció que la finca actual presenta algunas peculiaridades: un suelo escaso en el mundo con placas de calcáreo, un microclima diferente generado por las sierras y los vientos del lugar, y una cercanía al mar que otorgan características únicas”, explica al respecto Delfina Pontaroli, enóloga de la bodega. 

A través de una serie de estudios de suelo de la mano de Lydia y Claude Bourguignon (expertos en reconocimiento e identificación de terroirs), mapeos de electroconductividad, múltiples calicatas y análisis físicos y químicos, se fueron poco a poco estableciendo las particularidades sobre las que se asienta Puerta del Abra. 

“Se encontró una baja superficie interna de arcillas (200 g/m2); esto demuestra un alto potencial para la producción de vinos blancos y espumantes. Se observó también una gran similitud entre estos suelos y los de Champagne. El segundo resultado muy alentador del estudio de los Bourgignon es la presencia de suelos calcáreos en algunos sectores de esta zona y en esta propiedad. Nuestro calcáreo es de origen freático, pedogenético y el que se produce como resultado de la intervención biológica (por acción de microorganismos)”, explica Pontaroli. 


El camino de la IG

Para iniciar el proceso de reconocimiento de una IG, el solicitante (que tiene que estar inscripto en el INV), debe elaborar una solicitud donde consten los datos de la firma y qué IG pretende reconocer. Después, se incorporan dentro de esta presentación ciertos antecedentes técnicos que incluyen estudios de suelo, de clima y datos históricos. 

Al mismo tiempo, tiene que haber una delimitación precisa del área que se pretende reconocer, ya sea con límites administrativos ya definidos o algún límite fácilmente identificable. También debe existir un nombre geográfico con reconocimiento a nivel local, nacional o internacional que no esté previamente registrado como marca comercial (salvo que exista autorización expresa del titular de la marca). 

Luego, el proceso pasa por el área de estudio vitícola donde se analizan los antecedentes técnicos presentados. Si se aprueban, se elabora una resolución que, previa aprobación del área de Jurídicos, es finalmente publicada por Presidencia del Instituto.

“La idea es que la IG se solicita para un producto que tiene características diferenciales de las otras regiones vitivinícolas. Entonces hay que resaltar cuál es la diferencia”, explica Javier Leandro Roby, quien forma parte del Departamento de Protección del Origen del INV. “Yo creo que el sistema realmente es muy favorable en relación a la promoción del producto y su divulgación. Adquiere mucha importancia y reconocimiento, lo que facilita a los productores la promoción del mismo tanto a nivel nacional como internacional, facilitando la comercialización”. 

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