El Institute of Masters of Wine visitó por
primera vez Argentina
Por Alejandro Iglesias
El paso de los Masters of Wine por Argentina
dejó un balance más que positivo para todos aquellos que fueron parte de la
organización de esta mega visita.
A
mediado de 2017 Wines of Argentina me convocó a una reunión para hablar acerca
de las posibilidades de esta visita histórica. Pero de la reunión me llevé más
que la primicia, el motivo real del encuentro era proponernos, junto al
periodista Joaquín Hidalgo, trabajar en el diseño de los contenidos para los
seminarios que los Masters of Wine tomarían durante el viaje. Sin dudarlo
aceptamos el desafío y pusimos manos a la obra junto al equipo de Wofa, Duncan
Roger Keen, representante de Peñaflor, Paz Levinson, Andrés Rosberg, Madeleine
Stenwreth y Tim Atkin.
Por
nuestra parte tuvimos que ocuparnos de la recopilación de toda la información
disponible de cada región, indicación geográfica e historial de los diferentes
varietales que se compartieron en las exposiciones. Un trabajo que realizamos
junto a casi cincuenta enólogos y agrónomos que colaboraron con un caudal de
información inimaginable.
Los
seminarios debían cumplir con la premisa de abordar al detalle cada región pero
también presentar el país a profesionales que no tenían reparo en asegurar que
conocían muy poco de nuestra geografía y vitivinicultura.
A
partir del 17 de febrero, sentí que comenzaba el verdadero desafío y un
invalorable proceso de aprendizaje. Ver las reacciones de los MW ante cada
presentación y compartir con ellos devoluciones diarias, todos comenzamos a
aprender de ellos cómo debíamos optimizar la comunicación de cada región. En
cada trayecto charlábamos de los mapas y las presentaciones mientras su
feedback era siempre más que enriquecedor.
Entre
los tantos aspectos que destacaron del viaje el principal fue la hospitalidad
que se les brindó a cada paso. En cuanto a los vinos reconocieron que estaban
bastante desactualizados y hasta impresionados del potencial que el país tiene para
ciertas cepas como Cabernet Franc, Red Blends y hasta Chardonnay. Descubrieron
que no hay un solo tipo de Malbec y que las opciones son interminables, un
varadero desafío a la hora de la comunicación. El modo en que se estudian los
terroir fue otra sorpresa para ellos, “nunca vi tantas calicatas en mi vida”
bromearía más de uno. Y todo esto abonaría la idea de que Argentina no tiene
por qué ser sinónimo de tintos potentes y concentrados. Lógico que también hubo
devoluciones más críticas que en su mayoría se centraron en el precio de los
vinos y en los esfuerzos por trabajar cepas como Sauvignon Blanc o Cabernet
Sauvignon que fueron las que menos los entusiasmaron.
No
sólo los vinos argentinos y las regiones donde se producen despertaron el
interés de los MW sino que además quedaron enamorados del país, su cultura y su
gente, un balance que según Jane Masters, Chairman del IMW, durante la cena de
clausura, se pude expresar como “41
nuevos embajadores del vino argentino en el mundo”, resultado que nos permite
sentir que la misión está cumplida y que el camino del conocimiento es el que
mejores resultados traerá a la industria.